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"Si sé que existe Dios, la vida se ve de un modo. Si no lo sé, veo el mundo de otro, y lo cierto es que son dos formas de ver la vida que me obligan a situarme. Las consecuencias de ambas dos son tan grandes, que no puede ser que este problema me deje indiferente" Pablo Domínguez

sábado, 12 de mayo de 2012

Homilia Domingo V de Pascua - Ciclo B


Con Cristo todo, sin Cristo nada


Hemos de situar el contexto en el que San Juan nos ofrece el relato del Evangelio que acabamos de escuchar: Jesús conoce la mediocridad y cobardía de sus discípulos, por esto les manifiesta su mayor deseo: Permaneced en mí. En muchas ocasiones les ha recriminado su poca fe. Si no se mantienen vitalmente unidos a él no podrán subsistir. Las palabras de Jesús no pueden ser más claras y expresivas: "Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí". Si no se mantienen firmes en lo que han aprendido y vivido junto a él, su vida será estéril. Si no viven de su Espíritu, lo iniciado por él se extinguirá. Con Cristo todo, sin Cristo nada, separados de Jesús, sus discípulos no podemos nada.
Pero Jesús va más allá: no solo les pide que permanezcan en Él, sino también que sus Palabras permanezcan en ellos. Hermanos, estas Palabras de Jesús las encontramos en los Evangelios, en ellos entramos en contacto con su mensaje, con su persona. Muchos cristianos buenos de nuestras comunidades tienen un conocimiento del Evangelio de segunda mano, por lo que han escuchado de los predicadores o catequistas. Cada vez se hace más necesario en la cultura que nos toca vivir, que nosotros demos razones de nuestra esperanza, de nuestra fe. Los católicos del siglo XXI, fuimos llamados por el beato Juan Pablo II a una “Nueva Evangelización” y estamos siendo llamados por Benedicto XVI a la re-evangelización del mundo. ¿Cuál fue el secreto de la primera evangelización? La fidelidad, la permanencia, el contacto con nuestro Señor, un Señor que encontramos en cada página de los evangelios. Y no nos engañemos, evangelizar es transmitir a los demás lo que somos, no se trata de persuadir, de convencer ni siquiera de captar a nadie, se trata más bien que al cruzarnos con alguien, ese alguien nos mire y no se quede indiferente, que se pare y se pregunte… ¿y a este qué le pasa que siempre está tan alegre y feliz? ¿qué es lo que tiene? Lo que tenemos es la vida, vida que nos transmite Cristo, como la sabia se transmite de la vid a los sarmientos.
Hay un pensador ateo del siglo XX que creía que la vida era una pasión inútil. Que nuestros esfuerzos, sufrimientos, proyectos eran estériles, vacíos, sin sentido. Nosotros, hoy decimos, Jesucristo, nuestra fe, es fuente de vida. Una vida que se nos transmite porque estamos unidos a Él. Sólo así podemos dar fruto, sólo así lo que somos… lo que hacemos cobra valor, vale la pena, tiene sentido. 

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