"Las implicaciones religiosas
de este descubrimiento no son tales. Reina una cierta confusión
porque el bosón de Higgs ha sido llamado la partícula de Dios. Ésta es una mala traducción del
título inglés de la obra de divulgación sobre el bosón de Higgs The God Particle escrita por el
premio Nobel Leon Lederman". Con estas esclarecedoras
manifestaciones, Javier Igea, sacerdote de la Archidiócesis de Madrid y doctor
en Astrofísica por la Universidad de Nueva York, salía al paso, en el diario El
Mundo, sobre el famoso bosón de Higgs y su relación
con la religión.
Con el sugestivo título de ¿Es el bosón de Higgs la
partícula de Dios?, Javier Igea señalaba en su artículo de opinión
que "identificar a Dios con una
partícula subatómica es una salvajada filosófica que nos
llevaría al más radical panteísmo".
Igea considera que "la negación de Dios a partir
de la ciencia solo se podría dar en el caso imposible de que la
ciencia estuviese acabada y diese una explicación última de todo".
Por último, el sacerdote experto en Astrofísica lanza una interpelación:
"Después de Gödel, hay una pregunta que la ciencia no puede responder: ¿quién ha creado las leyes de la naturaleza que
la ciencia descubre? La ciencia no puede explicarse a sí
misma".
A continuación, el artículo íntegro publicado
ayer lunes en el diario El Mundo, y que llevaba por título ¿Es el bosón de Higgs la partícula de Dios?:
«Han pasado sólo unos días desde el anuncio del descubrimiento del
bosón de Higgs, la mal llamada partícula de Dios. Las reacciones de los medios
han sido de lo más variopintas. Antonio Lucas cree que por haberse descubierto
el bosón de Higgs, la religión ha sufrido un duro golpe: «Dos milenios de
guerras religiosas para nada». Ruiz de Elvira afirma sin lugar a dudas que la
Iglesia se llena de gozo por el descubrimiento del bosón de Higgs; supongo que
habrá oído varias homilías al respecto. Yo, que soy sacerdote y doctor en
astrofísica, especializado en la ionización de discos protoplanetarios por
rayos X, me he alegrado por este descubrimiento, pero no creo que haya sido por
las razones que da Ruiz de Elvira. Tampoco he considerado que sea un tema para
hablar en las homilías.
»El hombre siempre ha buscado saber de qué esta
hecho el cosmos. Nos va la vida en ello, y además tiene implicaciones
para la vida moral de las personas y de la sociedad. Es en esta búsqueda donde
debemos enmarcar este descubrimiento. En el mundo antiguo había una respuesta
que no agotaba la realidad, sino que estimulaba una búsqueda mayor: el mundo
estaría formado por los cuatro elementos de Empédocles: tierra, fuego, agua y
aire, y sus combinaciones lo explicarían todo. Mendeleyev, en el siglo XIX dio
otra respuesta al formular el sistema periódico de los elementos. En la segunda
mitad del siglo pasado, se descubrieron en los
aceleradores de partículas una maraña de partículas subatómicas que necesitaba
una clasificación y un modelo matemático que explicase sus
propiedades. Surgió así el modelo estándar (algo así como el primer sistema
periódico) y la teoría cuántica de campos
como explicación matemática de las partículas subatómicas
descubiertas en los aceleradores.
»El descubrimiento del bosón de Higgs es muy importante porque confirma
predicciones del modelo estándar de las partículas elementales y permitirá,
cuando los datos estén analizados, decidir sobre algunas implementaciones de
este modelo. Simplificando, podemos decir que el modelo estándar explica, entre
otras cosas, que tanto los protones como los
neutrones, que son los constitutivos del núcleo de los átomos, tienen una
estructura interna y están a su vez formados por el
confinamiento de otras partículas elementales que son los quarks. Esto es, es
una explicación de la realidad material como una
combinación de determinadas piezas con determinadas propiedades,
algunas de ellas, por cierto, un poco exóticas.
»Estas piezas –las partículas elementales– serían los constitutivos de la
materia, algo así como los ladrillos que conforman todo lo material. Este
modelo clasifica las partículas elementales en quarks (existen seis tipos),
leptones (seis tipos, entre ellos los electrones y los neutrinos) y las
partículas mediadoras de fuerza (ente ellas el fotón y el gluón, encargado de
mantener a los quarks juntos, y por ende, responsable de la estabilidad de núcleo
atómico). Otro mérito del modelo estándar es explicar las relaciones que hay entre tres de
las cuatro fuerzas que existen en la naturaleza: la
electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil. Estas serían como tres
manifestaciones distintas de un mismo fenómeno.
»Para entender qué es el bosón de Higgs hay que considerar que las partículas
elementales se clasifican en bosones y fermiones, de acuerdo a una propiedad intrínseca que es el espín. Entender esta propiedad no es fácil, pues no tiene
contrapartida en nuestro mundo macroscópico. El espín es el impulso angular
intrínseco que tienen las partículas elementales. A nivel macroscópico, el
impulso angular es como una medida de la inercia que tiene una masa que rota. A
nivel cuántico las partículas elementales tienen una propiedad llamada espín,
que es un impulso angular, y que está cuantizado. Puede tener valores enteros
(0, ±1, ...) o fraccionarios (±½, ±3/2, ....) y de acuerdo a esto, las
partículas se clasifican como bosones o fermiones respectivamente. Los segundos
obedecen el principio de exclusión, mientras que los primeros, no. El mundo sería radicalmente distinto sin la
existencia de esta propiedad de la materia. Así, el modelo
estándar predice la existencia de una partícula, llamada el bosón de Higgs, que
tendría una propiedad muy interesante, que es que la masa de las demás
partículas elementales depende de él. Se postuló la existencia de esta
partícula para explicar una anomalía en la masa (medida) del bosón Wdel modelo
estándar. Para intentar entender el mecanismo, hemos de considerar que las
partículas tienen campos cuánticos asociados, y el
campo de Higgs sería el responsable de la masa del bosónW. La
interacción de este bosón con el campo de Higgs daría origen a la masa de este
bosón. Podemos explicarlo con una analogía: la
masa es como la resistencia que experimenta una canica al moverse en una
superficie untada de miel.
»De este modo el modelo estándar puede explicar la masa de las partículas
elementales. Pero quedan sin explicar los campos
cuánticos, todo un problema ontológico. El experimento permite
un mayor conocimiento del universo material por tener una mejor comprensión de
la física en los momentos inmediatamente posteriores al big bang. El universo, al expandirse tras el big bang
experimentó un enfriamiento, al disminuir la energía cinética
de las partículas que lo componen. Esta disminución de la violencia de los
choques de las partículas elementales hizo que el universo pasase por diversas
fases en su expansión hasta llegar a su estado actual.
»Podemos pensar para entenderlo mejor en lo que pasaría si calentásemos cada
vez una roca cualquiera de nuestra tierra. Se derretiría, sus moléculas se
evaporarían, después el gas se disociaría en átomos, los átomos se ionizarían y
tendríamos plasma opaco (el interior de las estrellas) opaco, y si seguimos
calentando, los núcleos empezarían a partirse (condiciones del núcleo del sol),
y si siguiéramos calentando llegaríamos a lo que ocurrió en los momentos
inmediatamente posteriores al big bang. Esto es lo que ha hecho el experimento
del CERN. Por esto, el bosón de Higgs permite
conocer mejor por qué el universo es como es. De no haber
existido, quizá no hubiera habido masa, y el universo no sería como lo
conocemos; claro, que tampoco estaríamos aquí para contarlo.
»Las implicaciones religiosas de este
descubrimiento no son tales. Reina una cierta confusión porque
el bosón de Higgs ha sido llamado la partícula de Dios. Ésta es una mala
traducción del título inglés de la obra de divulgación sobre el bosón de Higgs The God Particle escrita por el
premio Nobel Leon Lederman. Es imposible expresar en español el sentido que en
inglés tiene el título del libro sin hacer una paráfrasis. Una traducción más
exacta es: la partícula dios. Sin duda se trata
de una metáfora. Éste nombre, dado a una partícula subatómica por el editor de un libro, no gusta a la comunidad
científica y debe ser evitado, tanto por motivos científicos, como por motivos
religiosos. La ciencia no trata directamente de Dios, pues éste
no pertenece al mundo sensible, experimentable, aun cuando los creyentes
pensamos que su acción en la historia puede ser detectada. Además, identificar a Dios con una partícula subatómica
es una salvajada filosófica que nos llevaría al más radical panteísmo.
»Ahora bien, la trascendencia mediática y científica que ha tenido este
descubrimientos sirve para plantear una vez más las preguntas fundamentales que
el hombre se hace sobre si mismo y sobre lo que le rodea. Detrás de cada
científico hay un hombre que busca saber, y en las preguntas que hace a la
naturaleza hay una pregunta implícita sobre sí mismo y sobre Dios. La negación de Dios a partir de la ciencia solo
se podría dar en el caso imposible de que la ciencia estuviese acabada y
diese una explicación última de todo. Pero, después de Gödel, hay una pregunta
que la ciencia no puede responder: ¿quién ha creado las leyes de
la naturaleza que la ciencia descubre? La ciencia no puede explicarse a sí
misma».
Javier Igea es sacerdote y doctor en Astrofísica
por la Universidad de Nueva York