El pasado 8 de marzo, con ocasión del Día de la Mujer, un colectivo feminista
realizó una manifestación en la
ciudad de Tucumán, Argentina. Al llegar frente a la
catedral, una de las participantes disfrazada de la Virgen María
parodió “un aborto” con abundante pintura roja para simular el sangrado.
Este hecho ha sido duramente criticado en las redes sociales, donde la
joven ha sido identificada como la psicóloga infantil Marina Breslin.
A continuación la carta abierta que el padre Leandro Bonnin le dirige:
Marina:
No me resulta fácil
escribirte. Una mezcla de indignación y tristeza invade mi alma, como
también la de cientos de miles y quizá millones de argentinos.
Una mezcla de indignación y tristeza que, esta vez, no consigo serenar fácilmente.
Porque para cualquier argentino de ley, que ataquen a su mamá es algo muy grave.
Y vos has atacado a la mía, a la nuestra, a la Madre del Pueblo
Argentino, incluso de aquellos que hoy, confundidos o desconocedores de
su rostro y su regazo, no la sienten así.
Y aunque a esta altura
de los hechos ya casi nada nos sorprende, he de decir que esta vez el
agravio vuelto blasfemia ha superado todo límite. Una blasfemia con
todos los inconfundibles signos de lo diabólico, por su malicia, su
perversidad, y por sobre todas las cosas por el odio hacia María.
Y, paradójicamente,
esa Mujer a la que parodiaste es, en cuanto mujer y en cuanto Madre, la
más espléndida y certeza reivindicación de lo femenino.
Nunca la
mujer estuvo situada en un lugar tan alto en la historia como aquella
mañana en Nazareth, cuando María, humilde hija de Israel, ofreció su
cuerpo y su entera existencia al proyecto salvador de Dios.
Nunca
antes ni después el sexo femenino realizó un acto tan decisivo en el
curso de los tiempos, como cuando ella dio a luz, en una oscura cueva,
al que sería Luz del mundo.
Nunca una mujer fue tan influyente,
tan valorada, tan enaltecida, como cuando Ella -sí, esa de la cual te
burlaste-, de pie junto al Hijo Bendito de su vientre -a quien osaste
representar abortado- unió sus dolores de Madre al Sacrificio Redentor,
llevando su Sí hasta el extremo, sin reservas, sin medidas.
Lo
que has cometido es no sólo un pecado, sino también un delito. Y por
eso, para educación de las nuevas generaciones, para que el mal no
permanezca impune, para que nuestro pueblo no crea erróneamente que todo
es posible, nosotros pedimos, exigimos de las autoridades una sanción
ejemplar.
A la vez, aunque nos resulte difícil, aunque nuestras
entrañas se revuelvan de ira, sabemos que el Niño que te atreviste a
imaginar no nacido nos ha enseñado: "amen a sus enemigos, rueguen por
sus perseguidores".
A la vez que exigimos justicia, que exigimos
respeto por nuestra fe y las personas que más amamos, a la vez que
pedimos que se detenga la demencia y la anarquía cuando se trata de
ofender a los católicos, elevamos una plegaria por vos, y por todas las
mujeres que, como vos, no logran comprender.
Marina, en la
horrenda imagen que representaste y todo el mundo pudo ver, hay sangre.
Sangre de la Madre, pero también del Hijo. La sangre se derrama en el
momento de la muerte, pero es, además, símbolo de la vida.
Esa
sangre que representaste con irónico desprecio es tu esperanza, nuestra
esperanza. Porque donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Porque
esa Sangre clama con más fuerza que la de Abel. Porque Jesús la derramó
por tus pecados y los míos.
No conozco tu historia. Es posible
que el amor verdadero y gratuito no haya visitado tu vida, es probable
que no hayas podido experimentar aún la belleza del Rostro y del Amor de
Jesús.
Pero quiero que sepas que si por un momento abrís tu
alma; si dejás de lado el orgullo, si reconocés humildemente tu pecado,
si te arrepentís de corazón... la Sangre del Hijo de María puede
renovarte y limpiarte.
Dejame decirte, además, que esa Mujer, de
cuya maternidad juvenil nos vino la salvación y la vida, cuyo parto
virginal es el inicio de la nueva Creación. te está esperando. Ella ya
te ha perdonado. Hay un sitio para vos en su Regazo. Como para todos
nosotros, que cada día la invocamos, diciendo: "ruega por nosotros,
pecadores".
Dejame decirte, por último, el secreto gigantesco que
nos sostiene a todos los que amamos y defendemos a los no nacidos: LA
VIDA VENCERÁ. Ni todo el odio del mundo, ni todas las astucias del mal,
ni los poderes terrenos confabulados en su contra, podrán derrotarla. En
realidad, LA VIDA YA HA VENCIDO. En la mañana del domingo, en la
victoria Pascual, la Vida ha logrado el triunfo decisivo, que sólo
espera a manifestarse plenamente cuando venga Jesús por segunda vez.
Mientras tanto, los que amamos y defendemos la vida, seguiremos firmes
en la brecha, aunque parezca que vamos perdiendo por goleada. Porque el
Amor y la Esperanza nos sostiene. Porque la fe nos dice: "lo que
hicieron con al más pequeño, lo hicieron conmigo" Y porque Él prometió:
"yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo".
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